La derrota de la Triple Alianza en la Primera Guerra Mundial supuso el fin del Imperio Austro-Húngaro y el estallido definitivo, gestado durante más de un siglo, de las tensiones nacionalistas internas.
En 1859, los principados de Valaquia y Moldavia se habían unido formalmente mediante la elección para sus respectivos tronos de un mismo príncipe, Alexandru Ioan Cuza, dando lugar al embrión de la Rumanía moderna. En abril de 1918, el Consejo Nacional de Besarabia, territorio que había formado parte del reino de Moldavia hasta 1812 para integrase después en el Imperio Ruso, votó a favor de su reintegración en Rumanía. Algo parecido ocurrió en la provincia austríaca de Bucovina, donde en octubre la mayoría rumana formó un Consejo Nacional que también votó a favor de la integración.
En Transilvania, que durante siglos había pertenecido a los territorios húngaros de la Corona de San Esteban, las dos organizaciones rumanas mayoritarias, el Partido Nacional Rumano (PNR) y la sección rumana del Partido Socialdemócrata de Hungría, desarrollaban desde hacía tiempo una activa labor en el Parlamento de Bucarest en busca de apoyos para la autodeterminación de la región.
En octubre de 1918, el Comité ejecutivo del PNR aprobó en Oradea el derecho de autodeterminación de la población de Transilvania y días después formó junto a los socialistas un Consejo Nacional en Budapest que entró en negociaciones con el gobierno provisional húngaro de Mihály Karólyi. El 1 de diciembre de 1918 se reunió en Alba Iulia la “Gran Asamblea de Rumanos de Transilvania y Hungría”, integrada por 1228 delegados. La Asamblea, presidida por Iuliu Maniu, proclamó la unión de todos los territorios representados (Transilvania, Banato, Crişana y Maramureş) con el reino de Rumanía. El día 24, el rey Fernando sancionaba oficialmente la unión.
La Fiesta Nacional rumana se celebra en Bucarest con un espectacular desfile militar que pasa bajo el Arco de Triunfo situado frente a una de las entradas del Parque Herăstrău, se celebran misas en recuerdo de la Gran Unión y hay una entrega floral en la tumba del soldado desconocido, en el Parque Carol. Este año, además, se ha inugurado oficialmente la nueva estatua ecuestre del rey Carol I colocada frente al antiguo Palacio Real.
Por su parte, el europarlamentario rumano de origen húngaro y vicepresidente del Parlamento Europeo, László Tokés, ha servido la polémica del día al afirmar que la Fiesta Nacional rumana es un día de luto para los húngaros y que el Tratado de Trianon – por el que Transilvania fue cedida a Rumanía tras la Primera Guerra Mundial – debe ser revisado (¡a estas alturas de la película!).