Llevamos ya unos días hablando mas de extranjeros que „atracan” y „defraudan” la sanidad pública española que de los recortes brutales en Sanidad y Educación.
Todos estamos viendo el espectáculo mediático que ha montado, desde el viernes, la prensa de España sobre „el objetivo de acabar con el turismo sanitario” y con el „déficit producido por extranjeros de nuestro país”. El Gobierno de España piensa ahorrar 1.500 millones de euros eliminando la asistencia sanitaria para los extranjeros que practican el llamado „turismo sanitario”.
Sin duda, España pasa por momentos difíciles porque lo notamos y también porque nos lo dice el gobierno todos los días, el mismo gobierno que lleva 4 meses sin hacer ninguna referencia a los 6 millones de extranjeros que viven en España y que lo pasan igual de mal o peor que los españoles.
Después de 4 meses de discursos y mensajes cargados de mensajes directos y exclusivos hacia los españoles, el gobierno del Partido Popular de España decide sacar a la palestra junto con los recortes sanitarios la „fantasma” de „algunos extranjeros que usan indebidamente nuestro sistema sanitario sin tener derecho a él”. El mensaje es tan simple como letal para el ya minoritario sentido común de un público enrabietado y asustado por la crisis del ladrillo especulativo, que ve asociado ahora al copago de los medicamentos y los recortes, la imagen (siempre útil en tiempos bajos para los políticos españoles) de esos extranjeros que visten diferente, que hablan diferente y que ahora representan „una de las mayores causas” del déficit sanitario.
El gobierno logra confirmar de este modo la leyenda urbana de los extranjeros que colapsan las Urgencias y que emigran para hacerse mamografías gratis. Cualquiera puede mirar la pirámide de la edad de los inmigrantes y si ha visto aviones en su vida podrá notar que esta tiene la apariencia de un caza F18, con el pico muy alargado en lo que representa la edad de jubilación y con la envergadura en la edad de 30 anos. Tal como es un caza, así es la comunidad extranjera: gente activa, joven, con niños etc… Sin duda el gobierno no miente cuando saca a la luz la situación del „turismo sanitario” aunque cueste creer como puede ser inscrita una persona en la tarjeta sanitaria de otro sin que este en España. Y si esto es verdad, ya no sé quien tendrá la culpa por este desastre. Pero al mismo tiempo el gobierno tendría la obligación moral de mostrar a la opinión pública española que significa, en datos económicos, la presencia de 6 millones de extranjeros en España que a su vez tienen alquileres, van a las escuela, consumen, compran en las tiendas y que gastan aquí mucho de lo que ganan. Por no hablar de los que tienen aquí sus casas en propiedad. Sin duda, la sociedad española ya no estaría tentada a pensar que los extranjeros son culpables por el déficit sanitario y por la crisis de España.
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No hace falta recordar momentos cruciales de la historia de Europa para llamar la atención sobre la falta de ética de esta maniobra del executivo español, pero no es el momento de jugar con el fuego. Desde luego el gobierno no lo dice de una manera tan directa, pero en un país con 5,3 millones de parados, una chispa como esta enciende la mecha del barril de pólvora xenófoba que siempre ha estado debajo de la amabilidad aparente de muchos.
Como cualquier persona que tiene consciencia de los esfuerzos y de los sacrificios hechos para integrarnos en este maravilloso país, siempre me sorprenden los mensajes xenófobos, cuando vienen por parte de los partidos políticos, y más aun si llegan desde el Gobierno.
Todos los inmigrantes que han venido a España, en los últimos 12 anos, lo han hecho porque no les quedaba otra o porque les habían vendido „el milagro español”. Millones de almas viajeras, llenas de esperanzas e ilusiones han llegado dentro de estas fronteras donde en la mayoría de los casos han sido acogidos con una gran hospitalidad por parte de los españoles y de las autoridades. En esos tiempos, cuando la economía cabalgaba encima de una burbuja especulativa, los inmigrantes ofrecían varias satisfacciones para los orgullos de la sociedad española. Los recién llegados cumplían con las labores negadas por los trabajadores autóctonos y al mismo tiempo daban la razón a muchos de que „España va bien”.
Durante años estos hombres y estas mujeres han transformado la sociedad española en una proporción menor a otros países de Europa, precisamente gracias a la gran acogida y el respeto mostrado por los inmigrantes hacia la cultura española. España ha crecido en unos años como ningún otro país de su entorno y todos han ganado lo suyo. Muchos españoles han dejado de estudiar o de ocupar trabajos de menor importancia para ser jefes y explotadores de trabajadores inmigrantes, mientras que muchos extranjeros con estudios universitarios bendecían el trabajo domestico que les había devuelto la posibilidad de vivir „dignamente” y de poder ayudar a sus familias.
Cualquiera reacciona cuando alguien empieza a sacarte cuentas y te acusa de robar. Los inmigrantes de España han trabajado y han vertido sudor y lagrimas y todo lo que tienen es porque han trabajado mucho y muy a menudo por poco dinero. Muchos están inmersos en la sangría del paro y también entre las víctimas de la gran estafa hipotecaria de España. Han pagado y siguen pagando muy caro la ingenuidad de haber venido a España.
Siempre fui convencido que la buena gente que sabe apreciar de manera honesta esta situación es la mayoritaria y los oportunistas del mensaje „Los españoles primero” siempre serán una minoría sin eco dentro de la vida pública. A ellos les pertenecían los bajos fondos del subconsciente colectivo de la sociedad „moderna”.
Desde el comienzo de la crisis los extranjeros han estado a menudo en el punto de mira de una política incoherente. El anterior gobierno socialista intento esconder la realidad de una inmigración en crisis a través de extraños planes de Retorno Voluntario e imponiendo inútiles moratorios a los trabajadores rumanos. También la actitud del actual gobierno de España nos confirma de nuevo que los extranjeros seguimos siendo la carne de cañón y servimos ahora para tapar el mayor atraco histórico al estado de bienestar. Visto de esta manera, los políticos son los que están realmente en deuda con los extranjeros que sirven de nuevo como recurso populista.
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