Los rumanos de España son la segunda comunidad después de los españoles. El segundo idioma después del castellano, dejando de lado los idiomas regionales, es el rumano. Mientras, la mayoría de los rumanos trabaja en todos los gremios y habitualmente se han ganado el respeto como trabajadores y como emprendedores. En España a los rumanos se les reconoce por el mono de trabajo. Yo también me sorprendo a veces por el hecho de que seamos tan trabajadores fuera de nuestro país y cuando estamos en Rumania no logramos los mismos éxitos. Será porque venimos de un país más pequeño o simplemente por el hándicap de ser de fuera porque esto nos empuja a ser competitivos con los demás y con nosotros mismos.
En Huelva, en la recogida de las fresas y también en Córdoba, Jaén o Sevilla, los trabajadores rumanos son los que más jornadas echan en el campo. Detrás de la forma de trabajar, porque los rumanos que trabajan sí que lo hacen muy bien, hay el gran parecido cultural y físico que existe entre rumanos y españoles. Sin duda, hay mucho sitio para las diferencias culturales, pero dentro de la mezcla que hay ahora en España se puede ver claramente que los rumanos son muy parecidos a los españoles por las raíces europeas y por la mentalidad. Lejos de ser la única característica positiva de las relaciones rumano-españolas, nuestro gran parecido puede ser a veces una gran desventaja. Aunque no considero que los rumanos estén plenamente integrados en la sociedad española si se puede afirmar que son los que más facilidad tienen para dejarse asimilar. Por eso, normalmente en un país lleno de extranjeros, donde la comunidad rumana es la más numerosa, pasa que los rumanos son los que menos se notan.
Ahora pensando en la imagen colectiva de los rumanos que continuamente esta manchada por noticias que no siempre son del todo verdaderas, los rumanos son los grandes invisibles. Aun así, una gran parte de la sociedad española asimila a los rumanos con los gitanos que malviven en los tubos de la M30 o con los que mantienen las redes de delincuencia infantil. Hace poco tiempo tuve la sorpresa de ver dos noticias en el Telediario de la TVE donde los rumanos estaban o mejor dicho no estaban. En una de las noticias se trataba sobre la primera ronda de las elecciones presidenciales de Rumania y sobre los rumanos de España que votan aquí pero por alguna razón la noticia estaba ilustrada con imágenes de bolivianos que votaban en las mismas fechas.
La otra noticia que me hizo tragar el respeto total que tenia a la Primera fue una hecha en Bucarest, donde el reportero pasó aparentemente sin ninguna relación directa de la información sobre las elecciones presidenciales a la situación critica de los gitanos de Rumania. En la noticia salían un cooperante español que exponía lo difícil que lo llevan los gitanos y otros datos que dibujaban una Rumania cruel y racista.
Sin querer polemizar respecto a las diferencias que hay entre los rumanos y los gitanos o entre estos y los españoles, me hubiera gustado que no se exagerara tanto con la discriminación „positiva” de algún colectivo dejando entrever que la mayoría es opresiva. A veces lo único que saben los españoles sobre los rumanos es que en Rumania hay muchos gitanos. Esto no es un problema ya que Rumania nunca ha retirado a los gitanos los pasaportes rumanos, pero es un problema de conciencia. Si lo único que se ve en televisión respecto a los rumanos son noticias respecto a un cierto colectivo, la audiencia acaba creyendo por justa razón que esos son los rumanos. Además, la diferencia lingüística les hace a los rumanos todavía más invisibles dentro de la opinión pública española.
Los rumanos no tienen una voz dentro de la sociedad y a pesar de tener varias asociaciones, ninguno se siente representado. Al mismo tiempo, los inmigrantes de origen latino gozan de una mejor presencia mediática y también de una mayor simpatía porque hablan el mismo idioma. En estas condiciones no es extraño ver que muchos rumanos prefieren ser invisibles en un momento dado, cuando lo único que sale sobre su comunidad son malas noticias o informaciones sacadas del contexto. Aun así el esfuerzo de integración de los rumanos de España merecería por lo menos una reflexión por parte de los medios públicos de información que de hecho pasan de largo las noticias de las comunidades extranjeras. Si los extranjeros de España no llegan a vivir en „guetos” porque la sociedad es muy abierta, en cambio los medios de comunicación si que meten a los extranjeros, especialmente a los de habla no hispana, en un gueto mediático.