La presencia de los extranjeros en las listas electorales no es mas que una prueba de la normalidad de las cosas en la sociedad actual. Detras del reclamo electoral destinado a atraer nuevos votos, la participacion politica de los extranjeros en la vida de un pais es una muestra de integracion y de tolerancia. La buena señal en este sentido la han dado ya los dos partidos mas importantes de España que incluyeron entre sus fichajes extranjeros para las europeas, también a los ciudadanos rumanos.
Aunque no saldrán elegidos es normal que dentro de la diversidad se tenga que encontrar también a los que aportan esta diversidad en la sociedad española. Hace un año, el Gobierno de España otorgo la nacionalidad por meritos extraordinarios a una joven rumana de 11 años que ha demostrado en los últimos años grandes aptitudes para la gimnasia y a la que los entrenadores le auguran un futuro lleno de éxitos. Así que, la pequeña Nadia, tal como la llaman los conocedores, será española y sus éxitos serán enteramente dedicados a la nueva bandera que la acoge. Ella es solo un ejemplo de la normalidad que representa sentirse de un sitio. En este sentido, las palabras de Figo, cuando decía que los jugadores nacidos fuera de Portugal no sienten el himno, quedan fuera del lugar. Es verdad que en otros tiempos, no muy lejanos, el salto a la plena integración no se daba hasta la segunda generación o a los niños nacidos en el nuevo país, pero ahora las sociedades modernas admiten sus carencias provocadas por el ritmo de la modernidad, la baja natalidad y su necesidad por continuas infusiones de vitalidad y cada vez más nos convertimos en ciudadanos del mundo y nos sentimos parte de todo el mundo.
Desde hace un tiempo se está concienciando la necesidad de adoptar nuevos ciudadanos, mientras que las doctrinas nacionalistas están cada vez mas impregnadas por el europeísmo y el universalismo. La mezcla internacional es a la vez necesaria como imparable, porque si nos necesitamos y estamos conectados no podemos evitar de dejarnos influenciar por los demás. De este modo, las doctrinas xenófobas y nacionalistas son cada vez mas anacrónicas frente a los imparables cambios a nivel global. Hoy en día nadie puede concebir la vida de un estado sin la relación con el exterior y lo que pasa en Nueva York o Bucarest puede afectarnos en cualquier otro punto del mundo. Así que la participación de los extranjeros en las elecciones del país de adopción no puede ser más que un regalo de la integración y en el caso de las elecciones europeas, donde los debates siguen siendo los temas nacionales, los europeos pueden ser los que mas interés tengan para que Europa siga creciendo. El problema de los extranjeros es que después de pasar un tiempo fuera de su casa ya no pertenecen a ninguna parte, pero la suerte de los rumanos, británicos, búlgaros y los demás comunitarios es que pueden sentirse cómodos con la identidad europea, viviendo en España.